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 Este año, el Foro Económico Mundial reveló en su Informe Global sobre la Brecha de Género 2024 que se necesitarán 134 años para alcanzar la plena paridad de género a nivel global. A pesar de algunos avances, especialmente en los países nórdicos como Islandia y Finlandia, la desigualdad sigue siendo evidente, sobre todo en términos de empoderamiento político y participación económica, donde solo se ha cerrado el 22.5% y el 60.5% de las brechas, respectivamente. Esto refleja cómo, a pesar de los esfuerzos globales, las mujeres aún enfrentan barreras estructurales en ámbitos clave como la política y el mercado laboral.


Estas cifras subrayan que, aunque se han logrado algunos avances, la desigualdad de género sigue siendo un desafío mundial profundo, especialmente en términos de empoderamiento económico y político, lo que demanda acciones más concretas y urgentes por parte de gobiernos y empresas  .


 La brecha salarial de género es un fenómeno global que refleja las disparidades en los ingresos entre hombres y mujeres. Aquí están las principales desigualdades que la caracterizan:

        1.     Diferencias salariales directas.
        2. Segregación ocupacional.
3. Trabajo a tiempo parcial y no remunerado.
4. Discriminación y sesgos.
5. Brechas en la educación y habilidades.

Estos factores subrayan la complejidad de la brecha salarial de género, que no se puede atribuir a un solo motivo, sino a una combinación de dinámicas económicas, sociales y culturales que requieren atención y acción concertada para ser abordadas.




La socialización diferencial entre niñas y niños juega un papel crucial en la perpetuación de la brecha salarial de género. Desde temprana edad, las niñas y los niños son expuestos a expectativas de género que influyen en su comportamiento, sus decisiones educativas y, eventualmente, en su participación en el mercado laboral. Aquí algunos de los principales efectos de esta socialización sobre la desigualdad salarial:

1. Estereotipos de género en la infancia.
2. Elección de estudios y profesiones.
3. Desarrollo de habilidades blandas y duras.
4. Autoconfianza y ambición profesional.
5. Roles de género en el trabajo doméstico.

Para combatir estas desigualdades, es fundamental promover una educación igualitaria desde la infancia, donde las niñas y los niños sean alentados a desarrollar un amplio rango de habilidades y a explorar cualquier campo profesional sin la presión de estereotipos de género. Además, es crucial educar a ambos géneros sobre la importancia de la equidad en el trabajo doméstico y la necesidad de valorar de manera equitativa las diferentes contribuciones laborales.

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